Mi pequeño vacío:
Pretendamos que no nos conocimos,
finjamos que no llevo tus secretos en la piel,
que tus labios nunca encontraron los míos
y que no conoces cada recoveco de mi cuerpo,
porque ya no somos ni seremos.
Ahora, aunque no queda nada;
solo puedo darte las gracias, por el veneno,
por regarme el alma en todas partes
y por arrancarme el dolor de adentro
(fue tan rápido que casi no dolió… casi).
Te dejo ir, así como tu me dejaste ir a mi,
y que se vayan a la mierda las palabras,
finalmente solo son memorias obstinadas.
Ya no lloro más.